Rosendo Santa Cruz
Novela
Agotado. Ejemplar único de consulta en Editorial Cultura.
Nació en Cobán, Alta Verapaz, en 1915. Narrador de influencia criollista. Publicó los libros de cuentos Temas de lumbre (1938) y Ramón Gallardo y otros cuentos (Tipografía Nacional, 1944); y la novela Cuando cae la noche (Tipografía Nacional, 1943 y 2001; Ed. Cultura, 1988). Falleció en 1945.
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Ramiro se llegaba al pueblo con frecuencia. Iba derechamente a la fonda del chenco Hilario y procuraba con hábiles argucias ganarse la voluntad de Chusita; porque ya en la sangre sentía ásperas urgencias y su brío juvenil se sentía poderosamente excitado por su belleza tranquila y casta...
Pronto conoció allí a herr Otto, administrador de «Panzal». Era corpulento, sanguíneo, con la cuadrada cabeza pelada al rape. En la frente se destacaba la cicatriz honda de una bala... La recibió —según contaba— en la guerra del 14, en el frente infernal de Verdún. Le recogieron después de un asalto, dándole por muerto... La bala se fraccionó al herirle y le salió por cuatro agujeros abiertos en todo el cráneo. No murió, como se creía inminente... Lucho contra la muerte, con terquedad, con energía netamente germana... ¡y triunfó! Cuando se firmó el armisticio, aún estaba en el hospital de sangre, sin volver al cabal acuerdo de sus facultades mentales: no en balde la bala había pasado destrozando parte delicadas de su masa encefálica... Quedó atontado, lleno de ideas fijas y de delirios que obligaban a veces a los enfermeros a vestirle la camisa de fuerza... Un médico amigo, devoto de las modernas posibilidades de la cirugía mental, le tomó a su cargo, hizo con él atrevidas experiencias y le dejó sano; al menos, prácticamente apto para dedicarse a una vida normal... Fue entonces, y a instancias de compatriotas afincados en las fértiles tierras de Alta Verapaz, cuando vino a Guatemala, empleado por una poderosa compañía alemana dedicada a la siembra y exportación de café... Así apareció en San Miguel Tucurú su rolliza figura de germano auténtico. Quizá por causa de la remansada vida campesina, herr Otto se aficionó al San Jerónimo y llegó a considerarlo superior en todos sentidos a sus negras cervezas de Munich y a sus claros vinos del Rhin. Bebía San Chomo con constancia, con entusiasmo goloso y espléndido... Pero, cuando los vapores del alcohol llegaban a sus maltrechas nervazones cerebrales, sufría verdaderos accesos de locuras; se despertaban en él agresivos sentimientos, desviados instintos, que dormían en su subconsciente desde los tiempos lejanos de los Vikingos...
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